¿Aprenderemos la lección?

Por José Luis Rinaldi

¿Aprenderemos la lección?

Múltiples explicaciones y argumentos se han dado acerca de la situación financiera de nuestro país, a partir de la decisión de la Corte Federal de EEUU; algunos se han pronunciado por no pagar, otros a favor de hacerlo, una tercera opinión es pagar pero negociando, sea extendiendo los plazos, pagando con bonos, solicitando la suspensión del fallo ó una combinación de todas estas cuestiones.

También mucho se ha dicho y escrito sobre como afrontar un escenario de posible insolvencia y de embargos de bienes públicos; mirar hacia atrás en búsqueda de culpables, emitir juicios morales (y hasta zoológicos) sobre los acreedores, descalificar al juez actuante, criticar las sentencias dictadas.

En estas líneas quiero referirme a otra cuestión, que si bien está relacionada con lo que nos está ocurriendo, apunta a tratar de sacar algún beneficio para nuestro futuro. Es algo así como, a partir de decisiones político-económicas-financieras equivocadas que nos han puesto en una situación traumática como comunidad y como personas, apliquemos nuestra capacidad de resiliencia social y obtener de esta forma una enseñanza para el futuro, para afrontarlo con más fuerza y confianza.

Entre todo lo escrito, no se si por inadvertencia mía ó porque efectivamente no se desarrolló, no he visto que se haya tratado la cuestión del “endeudarse con responsabilidad”.

“Endeudarse con responsabilidad” significaría tanto como recurrir al mercado de capitales tomando deuda sólo bajo condiciones que el país esté razonablemente  en situación de cancelar en tiempo y forma; endeudarse con un destino predeterminado para los fondos a recibir y conocido por la ciudadanía; que ese destino sea a su vez creador y multiplicador de riqueza y no que vaya a cubrir baches presupuestarios ó a gastos generales; aplicación efectiva del préstamo a ese destino; rendición periódica de cuentas sobre el uso dado a la suma percibida y sobre los cumplimientos de los vencimientos parciales del préstamo y sus intereses; afrontar los cambios del mercado que pueden hacer más (ó menos) onerosa la deuda de manera rápida, seria, con una negociación coherente y buscando adelantarse a los acontecimientos; tomar conciencia que la deuda soberana a contraer excede el marco del gobierno de turno y que no es ético refinanciar en cualquier condición, con el pensamiento puesto en que la bomba le explotará al siguiente gobierno, por la sencilla razón que el perjuicio es ante todo y sobre todo, para los ciudadanos. Y entre ellos, los más afectados serán, pese a la proclamada  postura en su defensa, los de más bajos recursos, que carecen de ahorros ó de otras posibilidades para aminorar el impacto.

Pensemos por un momento entonces, si los culpables de lo que nos está ocurriendo son los terceros a los que les estamos echando la culpa, ó si no han sido nuestros propios gobernantes, aquellos que tomaron crédito sin los debidos recaudos, sin un análisis de posibles escenarios negativos, que aplicaron mal los fondos, ó que refinanciaron sólo con ánimo de salir del paso y de postergar más allá de sus mandatos las consecuencias negativas de su actuar ó los que suspendieron el pago de la deuda entre la algarabía y el festejo de muchos.

Pensemos también que al verse la Argentina obligada a refinanciar su deuda en razón de ese endeudamiento irresponsable, se abonó notoriamente menos a miles de pequeños ahorristas de buena fe, que se vieron forzados a aceptar una quita significativa de su inversión ó a malvender sus bonos; alguna vez tendremos que hacer un juicio ético de nuestra conducta hacia ellos.

Por último, pensemos si estaríamos donde estamos, buscando culpables en cualquier parte menos entre nosotros, si el endeudamiento original hubiera sido concretado con responsabilidad, lo que hubiera implicado, con un alto grado de probabilidad, de que hubiéramos podido cumplir con nuestros compromisos hacia los acreedores. De esa manera “los fondos buitres” nunca hubieran sido los poseedores de nuestros bonos soberanos, pues al mantener su valor en el tiempo y la Argentina cumplido sus obligaciones en tiempo y forma, los poseedores originales no hubieran tenido necesidad de desprenderse de dichos títulos ó no lo hubieran hecho por un valor muy inferior al costo inicial en beneficio de los ahora acreedores.

Ojalá no seamos necios y sepamos aprender de tantos errores, endeudándonos y manejando la deuda con responsabilidad en el futuro.

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